De cómo hacer una pizza con enfoque antiespecista y antipatriarcal.

De cómo hacer una pizza con enfoque antiespecista y antipatriarcal.

No es gluten free ni light.



Por Sony Rangel
Agosto, 2020


    Empezaré por el principio y cuando termine, me callaré. Partamos de la siguiente premisa:
No todas las pizzas son iguales, pero todas las pizzas son eso: pizzas.
Hay todo un universo de pizzas, con variaciones infinitas y cumpliendo todas con un
mismo objetivo; el placer culinario. Son igualmente infinitas las metáforas que podemos
hacer con ellas. Presento a continuación la mía. Veamos por un momento al reino animal
como el universo de las pizzas, con diversidad y un mismo objetivo –el de alcanzar la
autonomía corporal con empatía hacia la experiencia ajena-. Usemos como contexto una
reunión amistosa. Llevamos meses aislades del mundo, acompañades por nosotres mismes,
quizá más que nunca. Imaginemos que llegamos a un momento de paz en el que nos
reuniremos con pocas de nuestras personas más queridas. Les haremos pizzas para cenar y
compartiremos lo que no hemos podido durante este tiempo. Haremos las pizzas desde
cero, con todo el amor del mundo. Pero primero, hablemos un poco más de estas famosas
señoras.



Sony Rangel, activista trans antiespecista. 

    La historia de la pizza se puede ir mucho más allá, hasta los orígenes del pan. Enfoquemos
la atención en el punto en que se reunieron la masa, la salsa, el queso y un ingrediente
extra. Cuatro elementos que a su vez tienen un método de preparación individual, con una
historia particular. Recuerdo que era muy pequeño un día en el que fueron a mi escuela y
repartieron propaganda de una de aquellas pizzerías norteamericanas famosas. Era un
cómic que contaba la historia de la pizza. Lo guardé con algunas de mis historietas
favoritas, que aún conservo. Este pequeño cómic decía que la pizza nació a partir de las
mujeres que mandaban a sus esposos, pan con queso para el almuerzo en el trabajo de
campo, hace mucho tiempo, en algún lugar de Italia. Alguna de aquellas mujeres alguna
vez decidió consentir de más y calentar el pan para que le queso se derritiera. Cuando vio lo
feliz que regresó el esposo, lo hizo más seguido y siguiendo su ejemplo, más comieron así.
Se sabe que la pizza fue desde el origen un alimento popular, para el pueblo, para les
pobres y trabajadores. Su simpleza y lo económicos que podían ser sus ingredientes, así
como la versatilidad, hacían que fuera fácilmente consumido como desayuno, comida y
cena. Me gusta imaginar que fueron manos de mujeres las que comenzaron esto. Vamos a
verlo así por esta ocasión. El tomate y la albahaca llegaron cuando un vero pizzaiolo hizo
una en honor a la princesa Margarita, usando como inspiración los colores de la bandera
italiana. Bandera similar a la mexicana. Disfruto de pensar en que la pizza que
prepararemos viene de una historia en la que comenzaron mujeres y una de las más
famosas, fue en honor a una princesa, la pizza más clásica; la Margherita. Desde sus inicios
hasta la actualidad, se ha desarrollado una cantidad inimaginable de cambios, evoluciones y
revoluciones en torno a la combinación y elaboración de sus componentes, y es que es tan
simple como compleja, brinda una gama de posibilidades realmente amplia. ¿No es así
también la sexualidad humana? ¿Una combinación con variables infinitas entre
características sexuales corporales, identidad de género, orientación sexual y expresión de
la individualidad? Cada una con un origen distinto y siendo a su vez, un algo
independiente.

    Hablaremos también de las ganas de que todas las personas que cenen, reciban una cantidad
justa de pizza y terminen con satisfacción. Ahí entra el Teorema de la pizza, pasando por
una pizza clásica a una con orilla rellena de queso.

    Comencemos por la masa. Harina, un kilo, preferentemente de trigo y blanca. Aunque
claro, siempre habrá posibilidad de experimentar. Un poco de sal (22gr), básica en la cocina
de todo el mundo –y herramienta fundamental de la revolución liderada por Gandhi con un
discurso de libertad y autonomía-. Levadura, aquí dependerá de si es fresca o instantánea, la
mejor opción sería usar masa madre y alguna de las anteriores, pero todo depende de las
posibilidades de cada quien. Imaginen usar masa madre, mantenida por mucho tiempo con
constancia y cariño –alimentada por una manzana de vez en cuando-, así nuestra pizza
estaría llena de los beneficios de la fermentación sin dejar atrás la calidad en aroma, textura
y nutrientes. Un poco de azúcar, porque hay que endulzar la vida, usa lo mismo que de sal.
Este es el momento de darle el toque especial, usa tu combinación de especias favorita; yo
en esta ocasión usaré un muy pequeño toque de comino, canela y suficiente romero
finamente molidos. Unifiquemos los sólidos con la mano hasta que todo quede homogéneo.
Hagamos el famoso volcán con un hueco al centro. Agreguemos agua, la más fresca y pura
que tengamos al alcance (600ml). Comencemos a mezclar suavemente. Entre 75 y 80 ml de
aceite, depende de la harina y el tipo de aceite, usemos 75 de oliva, no extra virgen -la
virginidad es un invento-. Aquí comenzamos a enfocar toda la energía en nuestro cuerpo
amasando. Todo lo que somos en el momento, el aquí y ahora, el cuerpo en movimiento,
cada músculo, cada órgano vivo y activo. Haciendo el pan de cada día, la base de la
alimentación en tantos lugares, el símbolo. Nuestros mejores sentimientos recorriendo el
alma por los brazos hasta las manos, los dedos sumergidos integrando todo,
homogeneizando, haciendo un solo objeto con todo lo anterior. Dejémosla reposar, que
crezca, que se tome su tiempo.




    Sigamos con la salsa. A mí me gusta musicalizar con ritmos latinos durante el proceso,
alguna canción que critique la esclavitud o los estereotipos de género, porque no todo tiene
que venir de la herencia europea. La decisión es libre. Usaré de 8 a 10 jitomates,
dependiendo el tamaño. Muy rojos, bien maduros. Un pimiento rojo. Una cebolla blanca
mediana y de 2 a 4 dientes de ajo, dependiendo del tamaño, pero por favor, en número par.
Todo esto picado en cuadritos lo más simétricos y proporcionales, de 1cm
aproximadamente. Friamos en aceite de coco, uno de los mejores para usar en caliente e
hidrosoluble si es prensado en frío. O bien, el que se tenga disponible. Movamos
constantemente con una pala de madera mientras se baila y canta alegremente, créanme, la
alegría es parte fundamental de la salsa. Agreguemos un poco de ¡Azúcar!, orégano y
sigamos moviendo hasta que quede una textura suave. Que repose también, lo ideal sería
hacerla una noche anterior.

    Hablemos del queso. Aquí la cosa se pone buena. El queso, principalmente es un producto
lácteo, en su mayoría originario de vacas. La leche es una secreción mamaria con el
objetivo de alimentar a la cría mamífera como primer y principal alimento hasta que este se
desarrolle y pueda alimentarse por sí mismo. El contenido nutricional y la duración de la
lactancia responden directamente a las necesidades específicas de cada especie, mezclando
proteínas, grasas, hormonas entre otros elementos. El queso que más se utiliza en la época
actual, proviene del líquido mamario diseñado para hacer crecer a un becerro. Los becerros
y les humanes tenemos necesidades muy particulares y distintas entre sí -las vacas tienen
más de un estómago-. La leche se fermenta, se separa el suero de la proteína y tiene un
proceso que involucra distintas bacterias para su elaboración. No todas las bacterias son
dañinas, pero pensemos en el queso comercial. Estos lácteos vienen de industrias que
esclavizan hembras vacunas, se les violenta sexualmente para preñarlas y así puedan
producir leche, pero no para alimentar a sus crías, pues estas serán separadas al nacer, en
caso de ser macho se asesinan al momento, en caso de ser hembra, se le mantendrá con vida
hasta que pueda ser preñada sistemáticamente y eventualmente, muera. Así unas junto a
otras en jaulas, rodeadas de excremento y llenas de infecciones –hablando de bacterias
dañinas-, pero no se preocupen, las farmacéuticas más populares gastarán muchísimo
dinero que bien podría usarse en beneficio de la salud general pero en este caso será para
llenar de antibióticos a las vacas lecheras y así no cesar su productividad. Con máquinas
conectadas a sus cuerpos de manera constante y una muy poca o inexistente actividad
física, nuestras queridas vacas nos regalarán la leche que sus cuerpos produjeron para sus
crías, pero nosotres usaremos de manera inconmesurada porque es difícil dejar el vicio. Sí
la caseína es excelente para eso. En fin, si pensamos en que realmente amamos a las
personas que comerán nuestras pizzas, sería lindo brindarles algo que no tenga un pasado
tan obscuro, sin mencionar, pus, sangre, hormonas de crecimiento y antibióticos
innecesarios. Algo que no involucre abuso sexual y violencia física, no sé, quizá alguien de
nuestras amistades lo ha sufrido también, sabemos que no es algo con lo que se quiera
lidiar, mucho menos pagar para que se lo hagan a millones sólo por pizza. Hay muchas
opciones actual y afortunadamente, a mí me gustaría mucho hacer un queso de cero y con
pocos ingredientes. Vamos a poner a hervir 4 papas blancas grandes sin piel, bien desnudas
y limpias. Una vez suaves, las machacamos –técnica libre, personalmente, creo que un buen
procesador de alimentos logrará un queso maravilloso-. Agreguemos aceite, el que quieras,
lo suficiente para cubrir la masa de papa. Un poco de leche vegetal, alguna de semillas de
preferencia por el contenido graso. Un poco de fécula de maíz y suficiente sal. Ajo y
cebolla en polvo hasta que tu señora mexicana experta en cocina que llevas dentro te
susurre al oído: ¡Ahí’stá ‘mijo! Si tienes posibilidad, agrega levadura nutricional, eso le va
a dar “El Toque”. Ahora que si puedes agregar otro tipo de toque a todo este proceso, no te
voy a juzgar, hay hierbas finas libres de violencia también.

    Volvamos con nuestra querida masa, debe estar grande, esponjada y guapa. Vamos a
separarla en partes iguales dependiendo de la cantidad de pizzas que se desee, tomando en
cuenta el tamaño de las charolas o discos disponibles y la capacidad del horno. Procuremos
sean número par. Hagamos bolas uniformes. Al momento de aplanar la masa se pude usar
rodillo, las manos, ambos, estirar, lanzar, voltear, girar; el punto es hacer un círculo de
espesor parejo. Agreguemos salsa, con singular alegría, haciendo un espiral del centro a los
bordes hasta que cubra todo menos una ligera línea en al borde del perímetro. Si haces el
queso con anticipación puedes refrigerarlo y ponerlo en un molde que después te permita
sacar rebanadas delgadas. Si no es el caso, agrega la cantidad que quieras y de la forma que
quieras pero evita que se mezcle con la salsa para mantener separados los colores. Cuestión
de presentación únicamente.

    Es momento del ingrediente extra. Si queremos hacer una clásica Margherita, sólo hace
falta hojas frescas de albahaca después de hornear. Pero esta vez vamos a pensar en
nuestres invitades, contemplemos a conciencia alergias y gustos, usemos pocos
ingredientes, clásicos y básicos, los que a todes les gustan. Mezclemos de manera armónica
dos o tres distintos por pizza. ¿Pero quién soy yo para limitar? Al final, puedes ponerle lo
que se te dé la gana, procura que no tenga un pasado muy obscuro, que sea con amor.
Decora a gusto, pero que sea una repartición justa. En un horno precalentado -precalentar es
importante, hazlo con cariño-, hornea a alta temperatura por poco tiempo.

    Llegó el momento de repartir. Veamos la pizza como los derechos a la autonomía corporal
y sexual, a una vida digna y a la protección de nuestra integridad. Queremos que a todes
nos toque en partes iguales, que a nadie le falte nada, que todes tengan la oportunidad de
disfrutar. Aquí entran los teoremas. L. J Upton propuso que si una pizza es dividida en ocho
trozos, obtenidos mediante 4 cortes que pasan por un punto común y forman un ángulo de
45º entre ellos, entonces la suma de las áreas de los trozos alternos da una cantidad de
rebanadas iguales. Sin embargo, para 2 cortes, o un número impar de cortes el resultado no
es cierto. La solución general al problema de la pizza fue dada por R. Mabry y P.
Deiermann en 2009, nombrada “El Teorema de la pizza de queso. Si o es el centro de la
pizza y esta se divide en n cortes, usualmente generando 2n trozos de pizza que se dividirán
en dos familias de n trozos, alternando uno de cada familia. Pero las cosas cambian si
hablamos de una orilla rellena de queso. Si consideramos que una pizza no es un círculo,
sino un cilindro, entonces al cálculo de la pizza se le agrega el volumen, si tiene altura A y
radio Z, es decir: v= PixZxZxA. (Información tomada de culturacientifica.com) ¿A dónde
quiero llegar con esto? En los distintos movimientos sociales, hay múltiples teorías y
corrientes que pueden ayudarnos a resolver problemas que van de lo privado a lo político.
Como en la pizza, podemos ayudarnos con distintas herramientas, analizar teorías,
complementarlas entre sí y lograr que a todes nos toque la misma cantidad de rebanadas y
derechos. Es muy posible que historia de la pizza en mi cómic sea ficticia, pero me parece
más ficticia la teoría que critica y no propone, mucho menos se apega a la realidad.
Tenemos un enemigo en común, por decirlo de alguna manera, el sistema patriarcal. Todo
animal que no sea un hombre cisgénero heterosexual blanco, tendrá desventajas sistémicas
con respecto al primer grupo. Entre estas minorías existen distintos movimientos sociales
que han buscado libertad, igualdad y justicia por varios medios, otras épocas y zonas
geográficas. Diversos discursos, pero si lo vemos bien, con la misma raíz. Volver a la raíz
es el significado de radicalizar. El sufragismo abrazó y acompañó al antiviviseccionismo
desde sus comienzos. Lo que quiere decir que el movimiento feminista que se gestó en
Europa y en el que muchos otros se han basado, velaba por los derechos de los animales
pues les veían como un grupo oprimido por el mismo sistema patriarcal que les hace
objetos de consumo. A muchas personas les ha llamado la atención que la mayoría de las
organizaciones animalistas, de acción social y atención médica, están principalmente
conformadas por mujeres. Hay quienes afirman que las mujeres son más empáticas. Al
igual, hay que quienes afirman que la feminidad está más conectada con la naturaleza. Que
lo femenino tiende al cuidado. Esto a mí me parece cuestionable, sin embargo, muchas
teóricas parten de esos fundamentos. ¿No es contradictoria la exclusión de otros grupos
oprimidos con una pasión igualitaria en común? En muchos textos se habla de que la
opresión es sólo hacia hembras y el opresor común es el hombre, sin embargo, no todas las
personas hembras son mujeres y no todos los hombres tienen privilegios. ¿No son los toros
cuerpos machos violentados por el patriarcado? ¿No hay todavía masculinidades indígenas,
esclavizadas y racializadas? ¿Qué hay de las infancias afectadas por los feminicidios?
¿Esos hijos son sólo del patriarcado o podrán ser adoptados por la sororidad feminista sin
sufrir los prejuicios que vienen cuando se confunde masculinidad con machismo? ¿Dónde
quedan quienes no entran en lo binario? El cuidado no depende del género, sino de la
persona que queremos ser. ¿Quién no quiere ser una buena amistad ofreciendo una buena
pizza?




    Es bien sabido que la pizza nació en Italia, sin embargo, no hay duda de que se ha
internacionalizado y cada quien se puede tomar la libertad de crear su versión sin que
dejara de ser pizza. Habrá discusiones, habrá gente que considere ofensivo agregarle piña, a
mí me parece ofensivo usar kétchup. –Lo verdaderamente ofensivo y sin espacio para
debate, es lo que publican las brujas marinas en Twitter.- Al final, no importa, son
opiniones de cosas tan simples como lo que le pones a tu pizza. No es lo mismo cuando el
debate es si un ser merece o no dignidad y justicia, ahí no es cuestión de tradiciones,
cultura, creencias, religiones, ideologías, filosofías u opiniones.

    Concluyo: No todes les animales son iguales, pero todas las personas son eso: animales. Y
todes les animales tienen poder sobre su vida y cuerpo mas no sobre el de otre. Disfrutemos
de una buena pizza juntes, hagamos que haya suficiente para todes.

    La receta compartida está inspirada en
las pizzas de un restaurante de la Ciudad de México
fundado por dos hermanas. Todas mis ideas aquí dichas, están inspiradas en muchas
personas que me han ayudado a construir el criterio que procuro ejercitar, no terminaría de
nombrarlas, pero no dejo de agradecerles.

 * Ilustraciones de @jijordasdibujaciones, para ver más visita https://www.instagram.com/jijiordasdibujaciones/?hl=es


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